Buscar en este blog

miércoles, 29 de febrero de 2012

El espectador comprometido


¡SINVERGUENZAS, CON DINERO!

Carlos Báez Evertsz
Al regreso de Juan Bosch al país, unos tres meses después de que lo hiciera la delegación del PRD encabezada por Ángel Milán, y compuesta por Ramón Castillo, Luci Silfa y su marido, trazó una estrategia político-electoral que se basaba en un análisis de la composición social dominicana y de su experiencia en el discurrir político de otras latitudes. Para Bosch su principal obstáculo para acceder al poder por la vía electoral era la Unión Cívica Nacional –que la catalogaba como una fuerza conservadora ligada a la vieja oligarquía social y económica del país.
Su aliado objetivo para compensar su desarraigo de  su país eran los remanentes del trujillismo que, desorganizados políticamente, estaban en cierto modo ausentes de un líder que los cohesionara. Luego, en 1966 ese caudillo sería Balaguer, pero en 1961-62, Bosch tuvo la experiencia y sagacidad política de ver en ese grupo social una fuerza de apoyo a sus objetivos políticos, o al menos, una fuerza que tenía que neutralizar.


Juan Bosch, ex presidente de la RD
Siempre las elecciones han costado mucho dinero. Las campañas electorales son caras y actualmente se calcula que su coste casi se dobla cada cuatro años (según algunos expertos norteamericanos que tienen la buena costumbre de calcularlo todo). Bosch no tenía ingentes recursos y a lo mejor pensaba que los Cívicos con el apoyo de los sectores económicos tradicionales podrían vencerle a base de “papeletas”, digámoslo, abiertamente, con la compra de voto (el fraude típico y tópico en estas latitudes).
De ahí surgió la frase, el lema, que se vio y vimos como una genialidad política de Bosch, aunque la realidad era que su genialidad estuvo no en crearlo sino en utilizarlo en un momento oportuno. De hecho, el lema fue creado en Cuba, si no estoy equivocado, por Eduardo Chibás. Un político que unía a una gran oratoria una gran honestidad y dignidad. Un político de esos que ahora hay que buscarlos con lupa, por lo raro que son. Y que en un programa radial lanzó una acusación contra un ministro, Sánchez Arango, y al no poderlo demostrar, se pegó un tiro durante la misma edición del programa. Murió por dicho disparo.
Eduardo Chibás (1907-1951), político cubano fundador del Partido Ortodoxo
El lema que Bosch popularizó era este: ¡VERGÜENZA CONTRA DINERO! Vergüenza contra dinero, es decir, no abandonar sus ideas políticas por el dinero que te corrompe, no votar por el que te da una dádiva el día o antes de la elección, el que utiliza tu miseria, tu pobreza, tu escasez para manipularte y comprarte el voto por un plato de comida.
Bosch era un idealista pragmático –no en vano había bebido de las fuentes muy ricas de la política cubana prerrevolucionaria-, país que en ese tiempo le llevaba al nuestro varias décadas de avance económico, social, cultural y político. Por ende, lanzó el lema, ¡Vergüenza contra dinero!, pero añadió, - cita no textual-, ahora bien, “si les dan funditas cójanlas, pero a la hora de votar, voten por el partido de su preferencia, voten por el partido que defiende sus intereses, voten por el PRD”. Naturalmente, ganó.
Cuando Bosch quedó en minoría en el PRD por sus discrepancias políticas e ideológicas con el grueso de la dirigencia de ese partido, fundó el PLD como un partido de cuadros, al estilo cuasi leninista. Insufló a sus militantes de una mística (como se decía entonces, cuando la política, creíamos, que no eran solo intereses sino ideales), de que ellos eran intachables, honestos, serios, incorruptibles.
Una vez que el PLD creció y no digamos cuando llegó al poder político de aquella manera que muchos recordamos, de la mano de Joaquín Balaguer, todavía quedaba la vaga esperanza de que eso fuera una simple táctica para acceder al poder del Estado, una especie de  macro “entrismo”, y que desde allí se haría otra política, dirigida a cumplir los objetivos e ideales del PLD. La realidad dura y desnuda es que, con matices, los gobiernos del PLD han sido –en lo esencial- más de lo mismo, de la política tradicional dominicana.
Lo que ha sorprendido de manera increíble, a los que nos creemos inmunes ya a toda sorpresa, es la actitud incalificable de muchos de sus dirigentes, de actuar no como políticos conservadores –algo incluso justificable, ya que el poder siempre amaina las ansias revolucionarias, no digamos, las simplemente reformadoras-, sino el descaro típico de gente con cultura de los bajos fondos, para utilizar el Estado como un medio masivo de acumulación personal de riqueza, en una medida nunca, subrayo, ¡nunca!, antes vista en la República Dominicana.
A los políticos de la cúpula del PLD se les puede acusar de todo, de todo, menos de mediocridad. Su impulso hacia la obtención de poder y riqueza es desmedido. Lo mediocre significa medianía, ni grande ni pequeño. Ellos no pecan de ello. Son superbos en la apropiación de los recursos públicos, según se dice, en voz baja y en voz alta en todos los lugares.
Desde los restaurantes donde consumen vinos que triplican, por botella, el sueldo mensual de los camareros que les sirven, pagados con tarjetas a cargo del erario público, hasta entre los antiguos compañeros de universidad o de empresas, donde antiguamente trabajaban, y que saben lo duro que es llegar a fin de mes. Mientras, observan como los hasta casi ayer compañeros de “crujía”, pasan en carros de lujo con choferes y coroneles para abrirles las puertas, y en las redes circulan datos sobre los miles de millones de pesos que han acumulado en apenas doce años de estar en el poder.
Los empresarios mismos alucinan. No sé qué pensarán los Fernández Cuesta, los Corripio,  etc., empresarios que comenzaron en este país desde abajo, y que se supone que saben los años que se tarda en acumular varios millones de pesos (ya no digamos decenas o centenas de millones de euros o dólares), cuando tienen que departir con estos “nuevos ricos”, estos nuevos millonarios, estos “parvenus”, a los que no se les conoce ninguna actividad empresarial, ni productiva ni comercial, legal y pública, y que ahora pueden competir con ellos en riqueza, por el simple hecho de estar en las cimas del poder político.
¡Vergüenza contra dinero! El lema de Bosch debería hoy ser asumido por todos los ciudadanos dominicanos, ser repetido hasta hacerlo parte de sus ideas y creencias inconscientes, y de esa manera ver si forma parte de las actitudes político-ciudadanas más arraigadas.
Hacer suyo ese lema y actuar en consecuencia implicaría, el rechazo al mantenimiento de este sector de la clase política hiper corrupta, que necesita el Estado para continuar su proceso de acumulación de riqueza personal, en detrimento del desarrollo económico y educativo de la República Dominicana.
En otras palabras, hay que tratar de poner término a este ciclo infernal de corrupción-apropiación indebida-sobornos-relación íntima entre el mundo de la política y el mundo del hampa y del narcotráfico, a través de una circulación de las élites políticas en la cima del Estado.
Hay que poner fin al predominio en la política de los sinvergüenzas con dinero, mal habido, y recobrar la política como un servicio público con el objetivo de buscar el bien común, el interés colectivo.
¡Vergüenza contra dinero y fuera de la política los sinvergüenzas con dinero mal habido!
CBE/Torrelodones, 20 de febrero de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario