¡SINVERGUENZAS, CON DINERO!
Carlos Báez Evertsz
Al regreso de Juan Bosch al país, unos tres meses
después de que lo hiciera la delegación del PRD encabezada por Ángel Milán, y
compuesta por Ramón Castillo, Luci Silfa y su marido, trazó una estrategia
político-electoral que se basaba en un análisis de la composición social
dominicana y de su experiencia en el discurrir político de otras latitudes.
Para Bosch su principal obstáculo para acceder al poder por la vía electoral
era la Unión Cívica Nacional –que la catalogaba como una fuerza conservadora
ligada a la vieja oligarquía social y económica del país.
Su aliado objetivo para compensar su desarraigo de su país eran los remanentes del trujillismo
que, desorganizados políticamente, estaban en cierto modo ausentes de un líder
que los cohesionara. Luego, en 1966 ese caudillo sería Balaguer, pero en
1961-62, Bosch tuvo la experiencia y sagacidad política de ver en ese grupo
social una fuerza de apoyo a sus objetivos políticos, o al menos, una fuerza
que tenía que neutralizar.
Juan
Bosch, ex presidente de la RD
Siempre las elecciones han costado mucho dinero. Las
campañas electorales son caras y actualmente se calcula que su coste casi se
dobla cada cuatro años (según algunos expertos norteamericanos que tienen la
buena costumbre de calcularlo todo). Bosch no tenía ingentes recursos y a lo
mejor pensaba que los Cívicos con el apoyo de los sectores económicos
tradicionales podrían vencerle a base de “papeletas”, digámoslo, abiertamente,
con la compra de voto (el fraude típico y tópico en estas latitudes).
De ahí surgió la frase, el lema, que se vio y vimos
como una genialidad política de Bosch, aunque la realidad era que su genialidad
estuvo no en crearlo sino en utilizarlo en un momento oportuno. De hecho, el
lema fue creado en Cuba, si no estoy equivocado, por Eduardo Chibás. Un
político que unía a una gran oratoria una gran honestidad y dignidad. Un
político de esos que ahora hay que buscarlos con lupa, por lo raro que son. Y
que en un programa radial lanzó una acusación contra un ministro, Sánchez
Arango, y al no poderlo demostrar, se pegó un tiro durante la misma edición del
programa. Murió por dicho disparo.
Eduardo
Chibás (1907-1951), político cubano fundador del Partido Ortodoxo
El lema que Bosch popularizó era este: ¡VERGÜENZA
CONTRA DINERO! Vergüenza contra dinero, es decir, no abandonar sus ideas
políticas por el dinero que te corrompe, no votar por el que te da una dádiva
el día o antes de la elección, el que utiliza tu miseria, tu pobreza, tu
escasez para manipularte y comprarte el voto por un plato de comida.
Bosch era un idealista pragmático –no en vano había
bebido de las fuentes muy ricas de la política cubana prerrevolucionaria-, país
que en ese tiempo le llevaba al nuestro varias décadas de avance económico,
social, cultural y político. Por ende, lanzó el lema, ¡Vergüenza contra
dinero!, pero añadió, - cita no textual-, ahora bien, “si les dan funditas
cójanlas, pero a la hora de votar, voten por el partido de su preferencia,
voten por el partido que defiende sus intereses, voten por el PRD”.
Naturalmente, ganó.
Cuando Bosch quedó en minoría en el PRD por sus
discrepancias políticas e ideológicas con el grueso de la dirigencia de ese
partido, fundó el PLD como un partido de cuadros, al estilo cuasi leninista.
Insufló a sus militantes de una mística (como se decía entonces, cuando la
política, creíamos, que no eran solo intereses sino ideales), de que ellos eran
intachables, honestos, serios, incorruptibles.
Una vez que el PLD creció y no digamos cuando llegó al
poder político de aquella manera que muchos recordamos, de la mano de Joaquín
Balaguer, todavía quedaba la vaga esperanza de que eso fuera una simple táctica
para acceder al poder del Estado, una especie de macro “entrismo”, y que desde allí se haría
otra política, dirigida a cumplir los objetivos e ideales del PLD. La realidad
dura y desnuda es que, con matices, los gobiernos del PLD han sido –en lo
esencial- más de lo mismo, de la política tradicional dominicana.
Lo que ha sorprendido de manera increíble, a los que
nos creemos inmunes ya a toda sorpresa, es la actitud incalificable de muchos
de sus dirigentes, de actuar no como políticos conservadores –algo incluso
justificable, ya que el poder siempre amaina las ansias revolucionarias, no
digamos, las simplemente reformadoras-, sino el descaro típico de gente con
cultura de los bajos fondos, para utilizar el Estado como un medio masivo de
acumulación personal de riqueza, en una medida nunca, subrayo, ¡nunca!, antes
vista en la República Dominicana.
A los políticos de la cúpula del PLD se les puede
acusar de todo, de todo, menos de mediocridad. Su impulso hacia la obtención de
poder y riqueza es desmedido. Lo mediocre significa medianía, ni grande ni
pequeño. Ellos no pecan de ello. Son superbos en la apropiación de los recursos
públicos, según se dice, en voz baja y en voz alta en todos los lugares.
Desde los restaurantes donde consumen vinos que
triplican, por botella, el sueldo mensual de los camareros que les sirven,
pagados con tarjetas a cargo del erario público, hasta entre los antiguos
compañeros de universidad o de empresas, donde antiguamente trabajaban, y que
saben lo duro que es llegar a fin de mes. Mientras, observan como los hasta
casi ayer compañeros de “crujía”, pasan en carros de lujo con choferes y
coroneles para abrirles las puertas, y en las redes circulan datos sobre los
miles de millones de pesos que han acumulado en apenas doce años de estar en el
poder.
Los empresarios mismos alucinan. No sé qué pensarán los
Fernández Cuesta, los Corripio, etc.,
empresarios que comenzaron en este país desde abajo, y que se supone que saben
los años que se tarda en acumular varios millones de pesos (ya no digamos
decenas o centenas de millones de euros o dólares), cuando tienen que departir
con estos “nuevos ricos”, estos nuevos millonarios, estos “parvenus”, a los que
no se les conoce ninguna actividad empresarial, ni productiva ni comercial,
legal y pública, y que ahora pueden competir con ellos en riqueza, por el
simple hecho de estar en las cimas del poder político.
¡Vergüenza contra dinero! El lema de Bosch debería hoy
ser asumido por todos los ciudadanos dominicanos, ser repetido hasta hacerlo
parte de sus ideas y creencias inconscientes, y de esa manera ver si forma
parte de las actitudes político-ciudadanas más arraigadas.
Hacer suyo ese lema y actuar en consecuencia
implicaría, el rechazo al mantenimiento de este sector de la clase política
hiper corrupta, que necesita el Estado para continuar su proceso de acumulación
de riqueza personal, en detrimento del desarrollo económico y educativo de la
República Dominicana.
En otras palabras, hay que tratar de poner término a
este ciclo infernal de corrupción-apropiación indebida-sobornos-relación íntima
entre el mundo de la política y el mundo del hampa y del narcotráfico, a través
de una circulación de las élites políticas en la cima del Estado.
Hay que poner fin al predominio en la política de los
sinvergüenzas con dinero, mal habido, y recobrar la política como un servicio
público con el objetivo de buscar el bien común, el interés colectivo.
¡Vergüenza contra dinero y fuera de la política los
sinvergüenzas con dinero mal habido!
CBE/Torrelodones,
20 de febrero de 2012
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